LOS AMAFISOS
En la novela de L. M. Bianchi pulula una gran cantidad de personajes de variados orígenes y oficios. Como estos de aquí, los amafisos, uno de los cuales podemos contemplar en este fragmento de su novela "Vientos de Revolución (parte 1)", cuyo enlace es este.
LOS AMAFISOS
Hábiles navegantes y mercaderes temerarios, no dudan en entablar comercio con aliados y enemigos. Donde haya un negocio rentable, allí habrá siempre un amafiso al acecho. Basados en los pueblos de la antigua fenicia, los amafisos de Vientos de Revolución viven subyugados por la garra del imperio pruno; pero, a diferencia de otras naciones de sangre guerrera, han preferido los beneficios del comercio al filo de las armas.
Darilo Némeko es el mercader amafiso que adquiere ilegalmente al esclavo recién llegado de la conquista de Greislavia. Junto a él, Larek vivirá uno de los tiempos más aciagos de su vida, pero también conocerá, por primera vez, el amor desinteresado de una joven de su misma condición.
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" Sin apearse, el hombre encapuchado observó con detenimiento a Brilafos y luego se concentró en Larek.
-Te han quedado las sobras, ¿eh, calteno? -El hombre hablaba con un acento particular, estirando la última palabra. Tanto Brilafos como Larek intuyeron que provenía del extremo norte de Amafis-. Eres un mercader persistente, malditos sean mis ojos, sí señor. Podríamos hacer negocios, tú y yo, ¿eh?
-Podría ser -respondió Brilafos en amafiso-, depende de lo que busques.
-Ah, nada especial, calteno, sólo sobras. Darilo sólo recoge sobras. Sobras en buen estado, si me comprendes. -¿Compras contrabando? -A pesar de que prácticamente no quedaba nadie en la plaza, Brilafos bajó la voz.
-Podría ser, calteno. ¿Acaso tú lo vendes?
-Digamos que necesito deshacerme de este esclavo en buenos términos. Es fuerte y sano, pero no puede quedarse en Prunia.
-¿Y por qué no? -Darilo se inclino hacia delante y abrió grande los ojos.
-Cuestiones del ejército -dijo Brilafos, tajante.
-Oh, ya veo. -Darilo por fin descendió de la carreta y se arrimó a Larek, quien mantenía los ojos clavados en las baldosas del piso."
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