RELATOS, RELATOS CORTOS Y MICRO-RELATOS
Hoy os traemos una tan interesante como sencilla reflexión del compañero Manolo Llinares, sobre el tema de los relatos, nuestro especialista en el Círculo de fantasía, que relato tras relato, siempre sorprende a los lectores. (Un secreto: sabemos que Manolo tiene escritos ya un montón de relatos de diferentes géneros, que irá publicando, puede que un par de libros este año 🤫)
RELATOS, RELATOS CORTOS, MICRO-RELATOS Y YO
Desde siempre, el género literario de los cuentos, los relatos, se consideraba un género menor. A pesar de ello, muchos han sido los grandes escritores que han publicado algún libro de relatos o colaboraciones en revistas y periódicos, como Kafka, Hermann Hess, Asimov, y un largo etc.
Sin embargo, actualmente parece que están como resurgiendo, como adquiriendo más importancia. Puede que sea debido a la gran aparición de nuevos escritores que publican libros de relatos, y a las antologías publicadas donde participan varios escritores.
Otro factor a tener en cuenta, son las prisas diarias: por ir a trabajar, por comer, por caminar, por hacer deporte, por descansar, etc., e incluso por leer. Así pues, este sector de lectores rápidos, si escogen una novela la devoran con avidez. Y si eligen un libro de relatos, lo devoran relato a relato, cambiando de historia al momento.
También es cuestión de gustos. Hay lectores que prefieren seguir el hilo de una historia en una novela, y los hay que prefieren cambiar de una historia a otra diferente con los relatos. Y también está la cuestión de modas.
Sea por lo que sea, la realidad es que el género de los relatos está en auge. Eso sí, a mi humilde parecer, habría que clasificarlos en: relatos, relatos cortos y micro-relatos. No sé si literariamente hay unas normas establecidas para definir y clasificar las diferentes categorías de los relatos. Personalmente, como escritor de relatos, tengo mi particular clasificación.
Los micro-relatos deben tener una extensión entre uno y cinco renglones. Los relatos cortos, una, dos o como mucho tres páginas de libro. Y el resto ya son relatos, aunque es verdad que todos hemos leído algún relato largo que podríamos calificar como una novela corta o un libro de bolsillo. Lo que sí he comprobado es que entre mis compañeros escritores, el relato corto parece que debe estar comprendido entre 3000 y 5000 palabras o más. En fin, puede que sea más cuestión de opinión que de extensión.
Sobre los relatos en sí, la primera y más generalizada impresión de la gente, es que se tratan de historias cortas, rápidas y fáciles de escribir. Ni mucho menos, salvo para escasos escritores con un don especial o una rápida inspiración.
Como no soy catedrático, ni tengo una carrera universitaria, voy a comentar sobre el tema de los relatos desde mi punto de vista y mi propia experiencia como escritor especializado en ellos, nada más.
Un relato, que puede ser también un cuento, es una historia corta que no llega a ser en extensión una novela. Es una historia corta que debe mantener las tres normas básicas literarias: principio, nudo y desenlace.
En cuanto a la idea generalizada de quitarle mérito a los relatos por ser historias cortas, precisamente, el mérito reside en la brevedad de contar toda una historia en pocas páginas o con pocas palabras.
Sobre que son historias rápidas y fáciles de escribir, es una leyenda urbana. No son rápidas ni fáciles porque la inspiración, la imaginación, el corazón y el cerebro, deben «trabajar» unidos y con cierta rapidez para crear una historia corta sin ningún resquicio.
Dejando a un lado la teoría para pasar a la práctica, para mis relatos y mi forma de escribirlos, he de confesar que a veces tengo unos flashes de instantánea inspiración, en los que me vienen el comienzo, el desarrollo y el final del relato. Unas veces son simples flashes repentinos, otras veces son flashes basados en algún hecho o situación real, y otras son flashes al ver una fotografía, dibujo, cuadro o incluso personas.
También me suele pasar que empiezo un relato sin saber qué va pasar ni cómo va a terminar, mientras que la historia va fluyendo mientras voy escribiéndolo. O solo sé el desarrollo o el final y a partir de ahí escribo lo que falta.
Sobre los micro-relatos, es un tema tan apasionante como desconocido, aunque a primera vista su brevedad haga pensar que es tarea fácil. Al contrario, el escribir una historia en un par de renglones o uno solo, la verdad es que no está alcance de cualquiera, ni de todos los escritores. El poder concentrar toda una historia con su principio, desarrollo y final en pocas palabras, ya de por sí tiene un gran mérito. Pero si la historia está bien hilvanada, te atrapa desde el principio y te sorprende el final, ese micro-relato habrá conseguido que en un breve momento te recorra por la cabeza un torrente de sensaciones y emociones. Ese es el auténtico micro-relato, no como hacen muchos que escriben una historia corta y cuando la lees te deja indiferente, o lo camuflan como un pensamiento filosófico o una moraleja. Para el escritor, el auténtico micro-relato es el que cuando lo ha terminado de escribir, queda liberado de la pequeña historia con esa sensación del deber cumplido, de contar una breve historia que le llegue directamente al lector, que le haga sentir lo que ha sentido el escritor al escribirlo.
En cuanto a mí y mis relatos, teniendo en cuenta que el escribir no me lo tomo como un trabajo, una obligación o un hobby, sino como una ilusión de contar historias a la gente, y como una necesidad que me da vida, no me impongo un horario fijo, una cantidad de minutos, ni una cifra de palabras para escribir cada día. Dejo que la inspiración, la imaginación, fluyan a cualquier hora y en cualquier lugar. Es por ello que desde siempre suelo tener a mano un trozo de papel y un bolígrafo.
¿Por qué escribo relatos? Pues tal vez sea por mi timidez de cuando adolescente, por mi costumbre de resumir las cosas, por mi temprana afición a leer relatos de grandes escritores, y por la influencia del rey de los relatos cortos (como lo llamaron en su momento) el escritor estadounidense Fredric Brown.
Volviendo al tema, mi especialidad son los relatos cortos con finales imprevistos y con mi sello personal de finales diferentes, inesperados, y a la vez, sencillos. Aunque también escribo micro-relatos, micro-poesías, poemas, novela, raps y teatro.
Mis temas principales son el terror, la fantasía (de todo tipo) y el absurdo, a veces juntos y otras, por separado.
Partiendo de una idea o situación, real, puedo transformarla en fantasía y viceversa. En los relatos en los que incluyo diálogos, prefiero hacerlo de forma teatral, es decir, poner el nombre del personaje al principio de su frase. Ya sé que ortográficamente no sea lo correcto, pero es una costumbre que se me quedó de leer obras de teatro, además de que considero que así se identifica más rápidamente al personaje que está hablando; además, ya es parte de mi sello personal. Cada uno tiene sus manías.
Mis relatos pueden gustar menos o más, pero nunca dejan indiferente al lector, porque nunca sabe lo que le espera, y muchas veces, queda sorprendido con el principio, atrapándole a continuar la lectura, para volver a sorprenderse al final. Puedo pasar con facilidad del drama a la comedia, o viceversa, o juntarlos al mismo tiempo, provocando un adictivo desconcierto. Puedo provocar sonrisas, risas, o llegar al interior del lector, haciéndole sentir el relato o haciéndole pensar en él.
Cuando escribo, siento y vivo el relato en directo imaginándolo al mismo tiempo en mi cabeza y metiéndome en los personajes como si estuviera allí mismo. Es por ello que mi lenguaje es sencillo y directo al asunto. De fácil comprensión.
Reconozco que mi lenguaje, escritura y estilo no son tan puros o perfilados como el de los demás escritores, pero sí es natural y espontáneo.
Escribo como lo siento, y siento lo que escribo, y mi misión literaria es entretener al lector.
Como ejemplo de mis relatos cortos y mis micro-relatos, a continuación, os pongo uno de cada.
Relato corto.
EN LA CELDA Noche tras noche, la conciencia le remuerde su alma, al mismo tiempo que le corroe por dentro una leucemia repentina. Hace meses, y debido a sus creencias religiosas, no permitió una transfusión de sangre a su enfermo hijo pequeño. El médico de Urgencias, desobedeciendo la autoridad del padre y, jugándose el puesto, atendió al niño, pero ya era demasiado tarde y no lo pudo salvar. La Justicia intervino condenando a prisión al padre. Han pasado pocos meses desde su encarcelamiento y, extrañamente su salud física y mental se ha deteriorado hasta tal extremo que, en su blanca palidez, afirma que todas las noches le visita su hijo en la celda. Aunque no le creen, no miente, pues todas las noches, en un rincón de la celda, se aparece su hijo para decirle: —¡Papá, vengo a por tu sangre!”. A continuación, abre su pequeña boca y le muestra sus blancos colmillos. Pero solo él lo puede ver. ( Relato de mi libro Vampiros, hombres lobo y algún que otro zombi II ) Micro-relato EL ÚLTIMO HOMBRE SOBRE LA TIERRA VII El último hombre sobre la Tierra, no sabe que lo es. El último hombre sobre la Tierra, tiene Alzheimer. (Micro-relato para un próximo libro)
Comments